La economía y la tecnología lograron lo que la Ley no ha hecho: que las apps y los taxis coexistan y trabajen en equipo.
Bastante se habló durante las últimas semanas sobre el paro de taxistas, previsto para el pasado 22 de febrero. El trauma de experiencias anteriores, como la del 2001 en Bogotá, encendió todas las alarmas. Pero el impacto sobre la movilidad y la cotidianidad de los demás ciudadanos fue menor que el esperado y la protesta terminó pocas horas después de iniciada.
Parte del reclamo de los organizadores del paro tenía que ver con el funcionamiento de las apps de movilidad. Es cierto y es respetable. También lo es que estas plataformas cuentan con más de 230.000 usuarios taxistas activos. En otras palabras: la economía y la tecnología lograron lo que la Ley no ha hecho: que las apps y los taxis coexistan y trabajen en equipo. Puede que unos sectores del taxismo se opongan a las plataformas. Pero no son todos.
Es habitual que la tecnología vaya más rápido que la Ley. En Colombia, por ejemplo, nos seguimos preguntando si el trabajo digital, que genera oportunidades para más de 150.000 familias, puede encajarse a la brava en las categorías laborales del siglo XX; los criptoactivos siguen sin regulación; y al crédito digital, que le quita mercado al gota a gota y otorga crédito a las familias que viven de la economía popular, todavía le falta bastante desarrollo normativo.
Pero mientras en Colombia andamos en esas, el debate mundial ya está en otro lado (por ejemplo, los alcances de la inteligencia artificial). Es increíble que llevemos 9 años con el mismo tema y sin soluciones definitivas. En su última comunicación, el Ministerio de Transporte dijo que este tema era competencia del Congreso. Es cierto, pero la regulación de este tema solo va a salir adelante con liderazgo gubernamental. ¡Es hora de tomar el toro por los cachos!
¿Para qué la regulación?
- Para que las más de 100.000 personas que viven de esto puedan trabajar tranquilas, sin miedo a persecuciones, multas e inmovilizaciones.
- Para equilibrar la cancha de lado y lado. Hoy, los taxistas tienen obligaciones especiales que les suponen mayores cargas. A su vez, los conductores de vehículo particular que usan apps no acceden a beneficios en temas como pico y placa, impuesto al rodamiento y SOAT, entre otros.
- Para acelerar el tránsito hacia una movilidad basada en energías limpias.
- Para poner al usuario en el centro. Para que tenga todas las garantías en cualquier forma de movilidad.
- Para que pueda viajar seguro y nadie pretenda restringirle su libertad de elegir.
- Para que los grandes debates de país se resuelvan en el Congreso y no en las cortes, como ha ocurrido con otros temas trascendentales.
Y, en últimas, para fijar unas reglas de juego equilibradas, razonables y modernas. Esto no se trata de si un sector del taxismo le gana a las apps, o viceversa. Se trata de lograr que todos quepamos en el mismo país.
*El autor es el Director Ejecutivo de Alianza In.